Las teclas del
clavicordio son simples palancas; cuando se hunde una de ellas se puntea la
cuerda con una pequeña púa de metal ("tangente") insertada en el
extremo contrario de la tecla. Esta tangente determina la afinación (tono) de la
cuerda al dividirla en su longitud. La longitud de la cuerda entre el puente y
la tangente determina la altura (afinación) del sonido.
Una de las dos partes
de la cuerda dividida no suena porque está en contacto con una faja de fieltro
agudo.
El
intérprete puede hacer un pequeño vibrato (rápida y casi
imperceptible variación de la afinación) realizando un efecto con el dedo,
llamado en alemán Bebung ('temblor'):
hace variar la fuerza con que mantiene apretada la tecla mientras la tangente
se encuentra en contacto con la cuerda. Cuando el martillo abandona la cuerda,
ésta deja de sonar y tiene una curva de extinción rápida.