Dice el refrán que “la música amansa a
las fieras”. Una máxima que apela al poderoso efecto que una melodía puede
tener sobre nosotros. A quien no le ha pasado esto alguna vez. Andas por
la calle, sumergido en tus problemas del día a día y de pronto escuchas una
canción.
Un par de acordes son suficientes para iniciar un viaje en el tiempo y
traer al presente ese recuerdo que pensabas ya olvidado. Una simple
melodía ha sido capaz de despertar tus emociones, de sacarte una sonrisa y de
aparcar por unos minutos los quebraderos de cabeza cotidianos. En la
antigua Grecia, se consideraba la música como un elemento de mucho poder
llegando a estar reglamentada en las primeras constituciones de Atenas y Esparta. Se pensaba que imitaba los estado
emocionales del alma por lo que podía introducir dentro de nosotros
determinadas sensaciones y sentimientos que por consiguiente influirían en
nuestra conducta.